Profundamente arraigado en la cultura occidental, el viaje lo está igualmente en las letras hispánicas. Baste recordar Las cartas de ifigeria, ya en el siglo IV, el libro de viajes de Benjamín de Tudela y la Embajada a Tamorlan de González Clavijo, entre muchos otros textos. El corpus medieval se enriquece con la conquista y colonización de América en especial a través de las crónicas, atraviesa el siglo XVIII y crece de forma decisiva a lo largo de los dos últimos siglos (Galdós, Cela, Reverté). En América se constata un fenómeno semejante en autores como Mansilla, Sarmiento, Darío, Carpentier, Cortázar o Mutis. Durante las últimas décadas, las nuevas generaciones literarias no cesan de afirmar esta progresión, a ambos lados del Atlántico.